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Eso pensé luego de ver como esa madre con su hijo en brazos, tocó y tocó el timbre para anunciar su bajada en un bus del Transantiago. El chofer, sentado en la parte delantera de esa cuncuna, hizo oidos sordos y continuó su marcha a pesar de lo insistente del timbre. Ni los gritos de la mujer lo hicieron detenerse. Sentado al fondo del bus, esperé la reacción de aquellos que iban adelante pero como dijo Pezoa Véliz, "nadie dijo nada". Esta misma situación pasa con escolares, ancianos y pasajeros normales. Parece que cuesta mucho gritar :"La puerta!!!!!!!
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