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La pobre Luly, aunque intentaba defenderse, no lograba aquietar a Felipín y sufría constantemente sus inagotables ataques amorosos. Yo no podía permitir este ardiente bullying.... y tras un rápido juicio fue enviado a una jaula ... que había que construir. Compra de materiales, toma de medidas, serrucho en mano, martillos, clavos, armar, deshacer, medir de nuevo, clavar, desclavar, pararse, agacharse, dolor de espaldas, clavos esquivos, golpe en los dedos, calambre en las piernas, dolor de cintura hasta que.... terminada la jaula, Felipín entró a sus nuevos aposentos de donde sale diariamente pero en libertad vigilada.
Al día siguiente caí en cama con dolores en todo el cuerpo producto de este inusual ejercicio y aquí estoy con medicamentos y masajes. Ah, escuché decir que el conejo escabechado es muy rico. ¿será cierto?