Fue un viaje rápido, corto e inesperado. Cerca de la una de la tarde recibimos la invitación y en menos de dos horas ya estábamos en ruta al norte. El objetivo: conocer el desierto florido, en la zona entre Copiapó y Vallenar aprovechando el feriado de Fiestas Patrias. La primera parte del viaje fue directo a La Serena donde pasamos la noche. Cenamos en un restaurant en donde exigían el famoso Pase de Movilidad, pase que yo no tengo, pero como la revisión la hacían directamente en la mesa asignada debí alejarme, esperar unos minutos y finalizada la revisión, ser el ultimo en sentarme. Todo muy rico salvo el terremoto que nunca lo fue; no daba ni para un leve sismo; el trago quedó al debe. A la mañana siguiente, continuamos el viaje hasta Vallenar en búsqueda de las zonas floridas las que poco a poco pueden ser apreciadas a cada vuelta del camino. Unos 30 kms al norte de Vallenar está la entrada al Parque Nacional Llanos del Challe que recorremos por una larga, sinuosa, árida, interminable y solitaria ruta y cerca de Carrizal Bajo bordeamos la extensa costa hacia el sur llegando finalmente al puerto de Huasco para un merecido y reponedor almuerzo, cerca de las 4 de la tarde. Hicimos una ruta cansadora, de muchos kilómetros y de verdad poco recomendable si no fuera por ver los cientos de especies y plantas nativas las que también pueden ser apreciadas a la vera de la Ruta 5. Un pequeño paseo por la costanera de Huasco y el regreso lo hacemos esta vez por Freirina hacia Vallenar y luego hacia La Serena. Tras un breve y reponedor descanso iniciamos el viaje de vuelta llegando a Santiago pasadas las 2 de la mañana. Un viaje relámpago, intenso y hermoso.
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