Pasado el mediodía, decido ir a emitir mi voto en el centro de votación asignado, esperando estar prontamente de vuelta para el almuerzo. Ya antes de llegar veo una interminable fila de personas por lo que mis expectativas de salir rápido no parecían posibles. Aún así, seguí caminando hasta llegar a la entrada principal. Cual no sería mi sorpresa que justo en ese momento un oficial de Ejército, por megáfono, nombra mi mesa y por ser "considerado" de la 3era edad (¡que lo soy!) puedo ingresar inmediatamente. Ya en la mesa de votación, paso mi carnet, me entregan los votos, marco mis preferencias, deposito los votos y salgo; todo en dos minutos. Ya en la tarde, pasadas las 20 hrs. enciendo la televisión y veo que el resultado es sorprendente: una verdadera paliza!! Bueno, en democracia se gana y se pierde. No es lo que voté pero lo acepto. Y aún cuando la mitad de los chilenos no votó, es lo que una amplia mayoría, de los que sí votaron, ha elegido; un triunfo incuestionable, aplastante y legítimo. Ojalá que todos juntos encontremos el bien común en el largo camino que nos queda por delante.
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