domingo, 17 de julio de 2011

Adolorido.. por culpa de un conejo

Cuando llegó Felipín, la Pindy no le ladró ni intentó morderlo y lo aceptó como un compañero más. Más tarde llegó la Luly, con apenas dos meses de edad, a integrarse a este trío de mascotas. Y así, las dos perras y el conejo se convirtieron en grandes amigos compartiendo cariño, casa y comida ...... hasta que a Felipín le llegó su etapa de celos!
La pobre Luly, aunque intentaba defenderse, no lograba aquietar a Felipín y sufría constantemente sus inagotables ataques amorosos. Yo no podía permitir este ardiente bullying.... y tras un rápido juicio fue enviado a una jaula ... que había que construir. Compra de materiales, toma de medidas, serrucho en mano, martillos, clavos, armar, deshacer, medir de nuevo, clavar, desclavar, pararse, agacharse, dolor de espaldas, clavos esquivos, golpe en los dedos, calambre en las piernas, dolor de cintura hasta que.... terminada la jaula, Felipín entró a sus nuevos aposentos de donde sale diariamente pero en libertad vigilada.
Al día siguiente caí en cama con dolores en todo el cuerpo producto de este inusual ejercicio y aquí estoy con medicamentos y masajes. Ah, escuché decir que el conejo escabechado es muy rico. ¿será cierto?

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