No, ciertamente que no; el amor no se puede olvidar. Asi lo vimos y vivimos ayer sábado en el segundo encuentro ferroviario, un emotivo y esperado reencuentro de quienes fuimos y seguiremos siendo por siempre hijos de ferroviarios, conectados a través de una experiencia de vida común. La vieja y abandonada Estación y el oxidado Caballo de agua son dos símbolos nuestros que resisten el duro paso del tiempo y que sobreviven al olvido de los tiempos actuales, menos a nuestro recuerdo. Al volver a encontrarnos revivimos nuestra niñez, adolescencia y juventud y en cada rostro vive el recuerdo de quienes dieron vida a este querido Barrio Estación, siempre vivo en nuestro corazón, nuestro querido grupo de ferroviarios. El amor que tuvimos a nuestros padres no se puede olvidar. No, el amor no se puede olvidar.
1 comentario:
Que hermoso!!! felíz de recordar nuestra niñez, adolescencia y juventud. Te felicito. muchos cariños.
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